El miedo tiene un sabor ácido. Es una emoción que todos sentimos, un mecanismo de supervivencia que nos hace reaccionar con rapidez y eficacia pero que también puede bloquearnos.
El poder siempre usa el miedo para dominarnos, pero en cualquier lugar del mundo, puedes encontrar un puñado de individuos a los que les gusta esa acidez, disfrutan exprimiendo su sabor en busca de libertad.
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